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Género: Novela Histórica
Valoración: 5 lentes y el Picalibro de ORO
Autor: Arturo Uslar Prieti
Fecha de Publicación: 1931
Ambientada en plena guerra de independencia de Venezuela, en sus años más cruentos: 1813-1814, cuando Boves peleaba del lado de los españoles y Bolívar, había decretado la guerra a muerte, que no era más que simplemente reconocer el nivel de catástrofe de dicho conflicto armado, culminando (la novela) con la Batalla de La Victoria, donde los estudiantes tuvieron que hacer de soldados para evitar la pérdida de la República. En dicha batalla ganaron, a pesar de su desventaja numérica y de su nula experiencia de combate, por eso, en Venezuela se celebra el 12 de febrero como el Día de la Juventud.
Pues bien, doscientos (200) años después, el 12 de febrero del 2014, la juventud venezolana decide marchar para pedir cambios al gobierno y que soltaran a sus compañeros estudiantes que habían sido apresados días atrás en San Cristobal, durante una protesta por la inseguridad en sus aulas de estudio.
Este 12 de febrero del 2014, fueron asesinados varios, llegando hasta hoy 21 de febrero del 2014, a más de 5 asesinados por las fuerzas públicas y por fuerzas paramilitares armadas (llamados colectivos), presuntamente y gracias a la diversidad de vídeos y fotos tomadas por los estudiantes, mostrando lo peor de nosotros como nación y como humanos al mismo tiempo.
Por eso, hoy vuelvo a un libro que refleja como ninguna una situación igual o muy parecida a lo que estamos sufriendo en Venezuela contemporánea, con la salvedad que sólo un lado tiene las armas esta vez, me refiero a la novela de Arturo Uslar Prieti: "Las Lanzas Coloradas".
En ella se narran la visión de dicha gesta, desde las venturas de tres protagonistas, que podemos identificar como tres arquetipos definidos, en cuanto a su visión de la guerra, y a su vez, son tres víctimas más de esta:
Presentación Campos:
Ejercía de Capataz de Obreros en una hacienda importante, y tenía la sensación que había nacido para mandar, y no para recibir órdenes, por lo cual, guardaba un resentimiento con los amos de la hacienda. Ve a la guerra como la oportunidad para hacerse él mismo amo, y para ello, utiliza al resto de "esclavos" de la hacienda.
Es el que busca la guerra, como caldo de cultivo. No está seguro de a cual grupo pertenecer (si realistas o patriotas), simplemente se acopla al que se encuentre y le permitan dirigir a "sus hombres".
Hace rapiña en pueblos cercanos y olvida cualquier norma de civilidad posible. Es el perfecto salvaje de guerra.
Fernando Fonta:
Es la representación de las ideas de avanzada, sobre la independencia, la no violencia y la igualdad, y sueña con las glorias de la batalla. Heredero rico de la Hacienda "El Altar", se reúne con otros "oligarcas", para ir planificando la creación de una República.
Parte pronto a buscar nombres de leyenda como Miranda y Bolívar, para darse cuenta que las guerra no tienen casi nada de relación con las ideologías, que son terribles y que se están jugando la vida. Además, que en una confrontación entre iguales, es muy difícil saber para cual bando está la población.
Representa aquel que trata de arreglarlo todo, usando "principios elevados" y no estrategias y tácticas reales en el campo de batalla.
Ines Fonta:
Representa a quien es indiferente ante el concepto de la guerra, y se piensa protegida en su burbuja de cristal (La Hacienda "El Altar").
Es una "señorita" muy elegante y atractiva, muy cuidada por su familia, por lo cual, está muy preocupada por leer y escuchar historias de viajes.
Durante la guerra, pierde toda su propiedad, es violada y ultrajada, y termina perdiéndolo todo, por no haber hecho nada.
Hoy sería como aquel que desea cambio, pero desde la comodidad de su cotidianidad, todo bien, mientras nada lo afecte. Pronto sabrá que la violencia nos afectará a todos, sólo es cuestión de tiempo.
Una conversación memorable de esta novela, que puede identificar claramente el papel de estos tres protagonistas, y la situación tanto de hace 200 años como actual de Venezuela, es la siguiente:
Pasaba por delante de la casa de los amos y se detuvo. Aquella casa, aquellas gentes ejercían sobre él como una fascinación.
Venía un esclavo.
—Natividad -llamó el mayordomo.
El esclavo se aproximó con presteza.
— ¿Señor?
—Quédate aquí un rato.
Las dos figuras quedaron silenciosas ante la masa blanca del edificio.
—Natividad, ¿te gustaría ser amo?
El esclavo no acertaba a responder.
— ¿Te gustaría? ¡Dímelo!
—Pues, tal vez sí, señor.
Presentación Campos guardó silencio un instante, y luego, iluminándosele el rostro con una sonrisa brusca:
— ¿Tal vez? ¡Amo es amo y esclavo es esclavo!
Natividad asintió tímidamente.
—Por eso es que es buena la guerra. De la guerra salen los verdaderos amos.
Una media luna frágil maduró en el lomo de un cerro.
Presentación Campos regresaba seguido del esclavo. Su voz se hilaba entre la sombra de la tarde.
—La guerra…
—La guerra…
Dijo dentro de la casa un mozo grueso a una muchacha pálida que dejaba correr la mano sobre el teclado de un clave.
—La guerra, Inés, es algo terrible de que tú no puedes todavía darte cuenta.
En el salón decorado de rojo y dorado sonó la voz fresca de la mujer:
— ¿Qué nos importa a nosotros la guerra, Fernando, si vivimos felices y tranquilos en “El Altar”? ¿Qué puede hacernos a nosotros la guerra?
A todos mis connacionales: la tragedia de nuestro país, no puede dejarnos indiferentes, actúa según tus convicciones, pero no seas una Ines Fonta más, que lo perderá todo por no hacer nada.
Como ya es costumbre, dejo la versión en vídeo de este reseña:
Venezuela y Las Lanzas Coloradas
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