El héroe discreto



Género: Aventura, Costumbrismo Latinoamericano.

Valoración: 2 Lentes.

Autor: Mario Vargas Llosa.

Fecha de primera publicación: 2013.

Confesión Previa: Me confieso admirador de la obra de Don Mario Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura 2010), en particular, la que considero su mejor obra: La guerra del Fin del Mundo, prácticamente he leído todo lo que escribe y publica, desde la Ciudad y los Perros (1962), hasta la Civilización del Espectáculo (2012), incluyendo: Historia de Mayta, Los Cachorros, La casa verde, La tía Julia y el escribidor, El Sueño del Celta, entre otras obras que he disfrutado largamente, pero desde hace unas cuantas novelas atrás (para ser sincero, desde los Cuadernos de Don Rigoberto, las Aventuras de la Niña Mala, la Fiesta del Chivo, aunque dejo como la peor: El hablador, por lo menos de las que he leído), me he ido separando poco a poco de su pluma, y esto porque: ya no me sorprende, ya no me conmueve, ya no me convence, y eso en un escritor es vital, y esta última novela: "El héroe discreto", es el punto final de mi relación directa con su creador.

Si Don Mario publicase otra novela dudo que la compre, esperaría a ver los comentarios y evaluaciones de los lectores, y aún, lo pensaría, por lo cual, ya me adelanto a que, por lo menos en mi opinión, esta novela no está dentro de los recomendables, sin embargo, el maestro tiene su arte, así que tampoco puedo evaluarla como pésima, sino como decepcionante.

Ahora sí, paso a la reseña de la novela:

Ambientada en Perú, principalmente entre dos ciudades: Piura y Lima, mantiene en principio tres historias diferentes: la de Felícito Yanaqué, la de Ismael Garcia y la de Fonchito, a nivel temporal, toda la novela sucede en una misma época (con algunas excepciones de referencias pasadas), y podemos ubicarla en el año 2006 (por una referencia a la película: "Los Piratas del Caribe 2", que fueron a ver los protagonistas de la novela de estreno en un cine de Piura).

Lo primero a tratar será el título de la obra, que en este caso, parece poco coherente con el contenido de la misma, ya que la novela trata de mostrarnos el concepto de los héroes de verdad, aquellos que mantienen lo que creen, independientemente de las consecuencias, y que se basan en valores, claro, ese sería el principio, ya que durante toda la trama, realmente se puede apreciar (aunque el autor tratara de mostrar lo contrario), que lo que movía a los personajes era el orgullo, por un lado y el odio o la venganza por el otro, ambos valores lejanos al concepto del heroísmo.

Con respecto a lo de "discreto", difícilmente sea compatible con los protagonistas descritos en la novela, ya que ambos "héroes" exponen sus casos por los medios (Felícito) o son tratados por estos de manera inmisericorde (Ismael), así que sería el antónimo de la discreción su conducta o su condición.

Entre lo salvable: realmente es una segunda parte de la Casa Verde y de los Cuadernos de Don Rigoberto (incluso, un poco más de este último que del primero), así que si ya ha leído ambas obras, tal vez, quisiera saber que pasó con sus personajes unos cuantos años después. También es de destacar el uso de diálogos cruzados (si leyó la Casa Verde, este recurso ya lo conoce), que muy bien logra acometer el autor en esta novela, para hacer diálogos seguidos pero en sitios diferentes al mismo tiempo, sin que el lector pierda el hilo o el interés.

Entre lo malo:

La trama de Ismael Carrera, queda reducida simplemente a un medio para volver a traernos al personaje de Don Rigoberto, que lamentablemente en esa obra, deja ver mucho del escritor en sus pensamientos, más que al propio personaje. Incluso, por un momento creí estar leyendo la columna de opinión de Don Mario Vargas Llosa y no una novela como tal.

Otro aspecto negativo, es precisamente el uso de elementos comunes muy burdos para entrelazar las historias, como por ejemplo, repetir que todos los personajes en algún momento disfrutan de algún producto de Lúcuma: jugo, helado, batido, etc,  o que los personajes principales, coinciden en despreciar a la mayoría de los medios actuales de difusión, por su amarillismo y manipulación (casi parece tomado del libro de Mario Vargas Llosa: la civilización del espectáculo publicado en 2012, faltó poco para que apareciera la recomendación de compra de su ensayo), o en su mala evaluación al sistema judicial peruano. Por no decir, que el "acento piurano" se agota solamente en la expresión "che guá", que por cierto, se va olvidando el autor del mismo en los personajes que lo usaban, según iba continuando la novela.

Como para evitar la crítica sobrevenida, el autor (hablando en boca de Don Rigoberto), ya cerca del tercio final de la novela dice: "“Dios mío, qué historias organizaba la vida cotidiana; no eran obras maestras, estaban más cerca de los culebrones venezolanos, brasileños, colombianos y mexicanos que de Cervantes y Tolstói, sin duda. Pero no tan lejos de Alejandro Dumas,Émile Zola, Dickens o Pérez Galdós”. No maestro, ni siquiera de las telenovelas, sino de las malas telenovelas, y sí, muy lejos de una Dumas, un Dickens o un Zola,  lamentándolo mucho.

Antes de darle un giro final (y algo brusco) precisamente de mala telenovela, donde los buenos son premiados, los malos castigados, y todo gracias un detalle que no consta en ninguna parte del escrito, sino como por arte de "magia", llega allí, de repente. Faltó la música de fondo del culebrón.

En resumen, la novela no logra crear simpatías por los teóricos personajes principales (con excepción de Felícito Yanaqué), sino que hace revista de los anteriores personajes creados en otras novelas del mismo autor así, gracias a esto, la novela es realmente mala y repetitiva (para quien ya haya leído a Mario), por lo menos durante sus primeras cien páginas, aunque luego de estas, realmente mejora sustancialmente, creando un trama que uno puede leer cómodamente hasta ver su resultado, para luego decepcionarse (de nuevo), al ver como juntan ambas historias gracias a un giro carente de novedad o maestría (una simple unión o elemento nunca descrito en toda la trama), dejando un sabor de mal acomodo, usted sabe, esto de terminar a como se pueda una obra.

La obra fracasa estrepitosamente en su cometido: es poco lo que entretiene (como unas cien páginas -las del medio- se leen de un tirón, el resto, es simplemente prescindible), realmente es una obra más del montón e incluso, un poco peor, porque Don Mario, se repite con sus tópicos eternos: cholos (originarios de américa) buenos vs los blanco malos, pobres chéveres y desinteresados vs ricos y malvados, con la salvedad que para ser partes del Perú moderno y globalizado, hablan como si estuvieran en 1970, sin prácticamente rasgos de actualidad (salvo una que otra referencia a los blogs y las redes sociales), sobre todo, para el hijo de Rigoberto: Fonchito, y sus conversaciones con Edilberto Torres (la tercera historia de la novela), que en ocasiones, llega a ser más interesante que la de los teóricos protagonistas, pero con un final que no dice nada al lector, tal vez preparándolo para otra novela: "Aventuras de Fonchito" o "El intrépido Don Rigoberto", tal vez ¿quiera crear una trilogía con estos personajes?, y seguir narrando sus "aventuras".  

Definitivamente, este es el final para mí como lector cautivo de Don Mario. Nos veremos maestro, en sus obras anteriores.

Igualmente, te dejo la versión en vídeo de esta reseña, que puedes ver en Youtube:


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